Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS



Comentario

CAPÍTULO XV


De la profecía de Abdías que algunos declaran de estas Indias



No falta quien diga y afirme que está profetizado en las Divinas Letras, tanto antes, que este Nuevo Orbe había de ser convertido a Cristo, y eso por gente española. A este propósito declaran el remate de la profecía de Abdías, que dice así: "Y la transmigración de este ejército de los hijos de Israel, todas las cosas de los cananeos hasta Sarepta, y la transmigración de Jerusalén, que está en el Bósforo, poseerá las ciudades del Austro, y subirán los salvadores al monte de Sión para juzgar el monte de Esaú, y será el reino para el Señor." Esto es puesto de nuestra Vulgata así a la letra. Del hebreo leen los autores que digo, en esta manera: "Y la transmigración de este ejército de los hijos de Israel, cananeos hasta Sarfat (que es Francia) y la transmigración de Jerusalén, que está en Sefarad (que es España) poseerá por heredad las ciudades del Austro, y subirán, los que procuran la salvación al monte de Sión, para juzgar el monte de Esaú, y será el reino para el Señor." Mas porque Sefarad, que San Jerónimo interpreta el Bósforo o estrecho, y Los Setenta interpretan Eufrata, signifique a España, algunos no alegan testimonio de los antiguos ni razón que persuada, más de parecelles así. Otros alegan a la paráfrasis Caldaica que lo siente así, y los antiguos rabinos, que lo declaran de esta manera. Como a Sarfat, donde nuestra Vulgata y Los Setenta tienen Sarepta, entienden por Francia. Y dejando esta disputa, que toca a pericia de lenguas, ¿qué obligación hay para entender por las ciudades de Austro o de Nageb (como ponen Los Setenta) las gentes del Nuevo Mundo? ¿qué obligación también hay, para entender la gente española, por la transmigración de Jerusalén en Sarafad, ni no es que tomemos a Jerusalén espiritualmente, y por ella entendamos la Iglesia? De suerte que el Espíritu Santo, por la transmigración de Jerusalén, que está en Safarad, nos signifique los hijos de la Santa Iglesia, que moran en los fines de la tierra o en los puertos; porque eso denota en lengua siriaca Sefarad, y viene bien con nuestra España, que según los antiguos es lo último de la tierra y casi toda ella está rodeada de mar. Por las ciudades del Austro o del Sur, puédense entender estas Indias, pues lo más de este Mundo Nuevo está al Mediodía, y aun gran parte de él mira el polo del Sur. Lo que se sigue y subirán los que procuran la salvación, al monte de Sión, para juzgar el monte de Esaú, no es trabajoso de declarar, diciendo que se acojen a la doctrina y fuerza de la Iglesia santa, los que pretenden deshacer los errores y profanidades de los gentiles; porque eso denota juzgar al monte de Esaú. Y síguese bien, que entonces será el reino no para los de España o para los de Europa, sino para Cristo Nuestro Señor. Quien quisiere declarar en esta forma la profecía de Abdías, no debe ser reprobado, pues es cierto que el Espíritu Santo supo todos los secretos tanto antes; y parece cosa muy razonable que de un negocio tan grande como es el descubrimiento y conversión a la Fe de Cristo, del Nuevo Mundo, haya alguna mención en las Sagradas Escrituras. Esaías dice: "¡Ay de las alas de las naos que van de la otra parte de la Etiopía!" Todo aquel capítulo, autores muy doctos le declaran de las Indias, a quien me remito. El mismo Profeta, en otra parte, dice que los que fueron salvos de Israel, irán muy lejos a Tarsis, a islas muy remotas, y que convertirán al Señor muchas y varias gentes, donde nombra a Grecia, Italia y África y otras muchas naciones, y sin duda se puede bien aplicar a la conversión de estas gentes de Indias. Pues ya lo que el Salvador con tanto peso nos afirma, que se predicará el Evangelio en todo el mundo, y que entonces verán el fin, ciertamente declara que en cuanto dura el mundo hay todavía gentes a quien Cristo no esté anunciado. Por tanto, debemos colegir que a los antiguos les quedó gran parte por conocer, y que a nosotros hoy día nos está encubierta no pequeña parte del mundo.